Renovación urbana en Bogotá: entre megaproyectos y la transformación de edificios antiguos

En Bogotá, el término “renovación urbana” tiene múltiples dimensiones. Para algunos, se refiere a los grandes desarrollos inmobiliarios que buscan transformar sectores completos de la ciudad; para otros, se trata de una acción más personal: renovar un edificio antiguo para darle nueva vida. Ambos enfoques están sucediendo en paralelo, reflejando las distintas escalas en las que evoluciona el tejido urbano de la capital.

Megaproyectos que redibujan la ciudad

Uno de los ejemplos más notorios de renovación urbana a gran escala se encuentra entre la calle 85 y la 88, sobre la carrera 15. Allí, tres manzanas están siendo transformadas en un conjunto que incluirá oficinas, vivienda, hoteles y espacios comerciales. Este tipo de proyectos plantea una reorganización integral del espacio urbano: cambia el uso del suelo, modifica la densidad poblacional, introduce nuevas dinámicas económicas y, en muchos casos, altera profundamente la morfología del barrio.

Otro caso emblemático es el proyecto en la calle 91 con carrera 15, donde se está renovando toda una manzana. Aquí, como en otros puntos estratégicos de la ciudad, el objetivo es reemplazar edificaciones antiguas por torres modernas y multifuncionales.

Estos megaproyectos suelen incluir:

  • Demolición y reconstrucción de edificaciones completas.
  • Integración de usos mixtos (comercio, vivienda, oficinas).
  • Cambios en el espacio público y la movilidad.
  • Aumento en la densidad de población y tráfico.
  • Impacto en el valor del suelo y en el perfil socioeconómico de la zona.

Renovar lo existente: una opción para las personas

Pero la renovación urbana también ocurre en una escala doméstica, casi íntima. Se trata de la decisión que toman muchas personas —especialmente jóvenes— de adquirir apartamentos en edificios construidos hace 50 o 60 años, para remodelarlos y adaptarlos a sus necesidades.

Las razones para elegir esta alternativa son claras:

  • El valor del metro cuadrado puede ser hasta cuatro veces menor que el de un apartamento nuevo en la misma zona.
  • Con el mismo presupuesto, es posible adquirir el doble de área.
  • La remodelación permite crear un hogar moderno, funcional y a medida.
  • Muchos edificios antiguos tienen características arquitectónicas únicas que ya no se encuentran en la construcción actual.

Además, estos apartamentos suelen tener distribuciones internas más generosas, techos altos, balcones amplios y detalles estéticos que permiten conservar el encanto original, incluso después de una intervención moderna.

Dos caras de una misma transformación

La coexistencia de estos dos enfoques —la macrointervención y la microtransformación— da cuenta de cómo la renovación urbana no es exclusiva del capital corporativo ni de los grandes planes urbanísticos. También puede ser una herramienta de mejora habitacional, de rescate patrimonial y de construcción de ciudad desde lo cotidiano.

Mientras los megaproyectos plantean retos urbanos de gran escala, la renovación individual permite revitalizar barrios, conservar la identidad arquitectónica y generar soluciones habitacionales más asequibles, sin necesidad de desplazar a quienes ya habitan esos sectores.

Desafíos a tener en cuenta

Sin embargo, ambos modelos enfrentan desafíos importantes. En el caso de los grandes proyectos, se discute su impacto en el entorno, la posible gentrificación y la pérdida de identidad barrial. En el caso de la renovación de edificios antiguos, los obstáculos suelen ser técnicos (estructuras viejas, problemas de plomería o electricidad) y administrativos (malas administraciones o falta de mantenimiento).

En cualquier caso, lo que es claro es que la renovación urbana no es solo una cuestión de ladrillos y cemento. Es, sobre todo, una oportunidad para repensar la forma en que habitamos la ciudad, desde las grandes avenidas hasta el interior de nuestro hogar.